lunes, 3 de octubre de 2011

Ernesto




Ernesto piensa que es un pez, será porque siempre se ha sentido como flotando en el agua. No entiende bien por qué siempre esta estático, por qué no se mueve, ni aletea, por qué solo flota. En especial no entiende por qué todo se ve igual y porque no lo acompañan otros peces en su mar.

Ahora que Ernesto ha crecido un poco más, entendió que su casa en realidad es una piscina y se ha convencido de que otros están por llegar, porque siempre escucha voces que lo llaman por su nombre y que le dicen que pronto se verán.

Ernesto ya ha crecido mucho, pero no alcanza a comprende por qué la piscina se ha hecho tan pequeña y se preocupa porque no hay espacio para todos los que están por llegar.

Está muy emocionado Ernesto, ansioso por el anunciado encuentro. Cada vez escucha más alegres las voces que le hablan y que dicen que ya quieren estar junto a él.

Ernesto ha despertado repentinamente, siente que le falta el aire, que su piscina se ha quedado sin agua. Una fuerte presión lo obliga a abandonar su hogar y a desembocar en un gran vacio. Aprisiona sus ojos fuertemente, en un intento por impedir que los recién aparecidos rayos de luz lo quieran cegar.

Lentamente Ernesto decide abrir sus ojos, tentado por una dulce voz que le susurra cuanto lo quiere,  cuan esperado fue, pero nada esta nítido aún cuando intenta mirar.

Los ojos de Ernesto se deleitan ahora de las nítidas imágenes que lo rodean y llega a comprender completamente la realidad, se ha mudado a una piscina mucho más grande con otros peces que no paran de hablar, de reír, de cantar.

Aún no comprende bien Ernesto por qué esta nueva piscina esta llena de aire, pero por el momento, solo le preocupa aprender a flotar.

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