Ernesto piensa
que es un pez, será porque siempre se ha sentido como flotando en el agua. No
entiende bien por qué siempre esta estático, por qué no se mueve, ni aletea,
por qué solo flota. En especial no entiende por qué todo se ve igual y porque
no lo acompañan otros peces en su mar.
Ahora que Ernesto
ha crecido un poco más, entendió que su casa en realidad es una piscina y se ha
convencido de que otros están por llegar, porque siempre escucha voces que lo
llaman por su nombre y que le dicen que pronto se verán.
Ernesto ya ha
crecido mucho, pero no alcanza a comprende por qué la piscina se ha hecho tan
pequeña y se preocupa porque no hay espacio para todos los que están por
llegar.
Está muy
emocionado Ernesto, ansioso por el anunciado encuentro. Cada vez escucha más
alegres las voces que le hablan y que dicen que ya quieren estar junto a él.
Ernesto ha
despertado repentinamente, siente que le falta el aire, que su piscina se ha
quedado sin agua. Una fuerte presión lo obliga a abandonar su hogar y a
desembocar en un gran vacio. Aprisiona sus ojos fuertemente, en un intento por
impedir que los recién aparecidos rayos de luz lo quieran cegar.
Lentamente
Ernesto decide abrir sus ojos, tentado por una dulce voz que le susurra cuanto
lo quiere, cuan esperado fue, pero nada
esta nítido aún cuando intenta mirar.
Los ojos de
Ernesto se deleitan ahora de las nítidas imágenes que lo rodean y llega a
comprender completamente la realidad, se ha mudado a una piscina mucho más grande
con otros peces que no paran de hablar, de reír, de cantar.
Aún no comprende
bien Ernesto por qué esta nueva piscina esta llena de aire, pero por el
momento, solo le preocupa aprender a flotar.
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