lunes, 17 de diciembre de 2012

Jorge y Leticia



Jorge camina de regreso de la panadería, mientras no deja de mirar atrás. Lleva las bolsas del pan y mira, mira, no deja de mirar a atrás.


Leticia, menuda, pequeña, continua caminando. Cada tres pasos voltea hacia atrás. En la esquina, espera el cambio de luz del semáforo. Ahora se engancha al brazo de su madre, quien sostiene a su hermano del otro lado. Con su cara menuda, Leticia mira, mira, no deja de mirar hacia atrás.


Cambia la luz del semáforo y Leticia con su madre camina, pero cada dos pasos voltea hacia atrás e insistente mira, mira, no deja de mirar.


En la esquina, un extraño observa la escena. Lo ve a él, a Jorge, mientras camina mirando hacia atrás, cargando la bolsa de pan en la mano. También espera que cambie la luz y mira a Leticia, colgada del brazo de su madre. Cambia la luz y atraviesa la calle un poco más atrás que ella, observa a Leticia, la insistencia de su mirada.


Leticia camina mirando hacia atrás, mientras Jorge no deja de mirar. Estas no son miradas desconocidas, son miradas de las 6:30 de la tarde, de cada día al ir a comprar pan, de cada tarde al regresar al hogar.

jueves, 1 de noviembre de 2012

El espejo


Esta mañana al levantarme y pasar cerca del espejo, vi una silueta reflejada. Volví unos cuantos pasos y observe detenidamente la imagen en el espejo.  Con sorpresa descubrí, que había vuelto a ser Yo otra vez.

Observe cada detalle en el espejo. La piel se notaba marchita, los cabellos más largos y de otro color, pero los ojos seguían siendo los mismos, sin duda era Yo. Después de tantos años me había decidido a regresar.

Ante la sorpresa del día quise salir, caminar, ver si el cielo también había vuelto a ser el de hace muchos años atrás.  Abrí la puerta y al pisar la acera los pasos parecían pesar más, los pies solo se podían arrastrar y al intentar bajar los escalones creí caer a un vacío  empujada por el peso y por la falta de esfuerzo en mí. Después de bajar dos escalones decidí volver atrás, entrar a casa y cerrar la puerta.

Regrese al espejo y observe de nuevo. El reflejo se notaba igual a unos minutos antes, no había cambiado nada. Volví a la cama y revise en las sabanas, tratando de descubrir a dónde se había ido la de ayer, a la que no quería la noche anterior, cuando me fui a dormir.  

En busca de una última esperanza, apague la luz, regrese a la cama, me enrolle en la sabana y deje mi cabeza dormir sobre la almohada, esperando que al despertar fuera de nuevo la que odie ayer.  

domingo, 28 de octubre de 2012

Qué puedo hacer


Qué puedo hacer
Si por decirte la verdad
No me quieres
Si por ser valiente
Me sacas de tu vida
Si por tu ser cobarde
No me quieres escuchar.

Qué puedo hacer
Si no me nace decirte lo que quieres
Las falsedades que te dicen los demás
Si no te regalo palabras para el ego
Si lo que quiero es alimentar tu humildad
Que sigas creciendo como humano
Aprendiendo a tus defectos aceptar.

¿Qué puedo hacer?
Si te digo lo que me gusta
También debo decir lo que está mal
Si lo digo es para que lo sepas
¿Para qué ocultar la verdad?
Si lo digo es para que lo arregles
Para que sea mejor de lo que es ya.

Qué puedo hacer
Si hoy no quiero escoger las palabras
Si creo que el mejor obsequio es la sinceridad
¿Qué puedo hacer?
¿Pedirte perdón por decirte la verdad?
Si eso es lo que esperas, no pasara
No pediré perdón por amar.

sábado, 6 de octubre de 2012

Viernes



Viernes
Un día más
De una complicada semana
De colas interminables
Y empujones sin razón.

Y esta lluvia
Fue más que una tormenta
Más que mis zapatos mojados
Que las calles hechas ríos
Que correr saltando charcos.

Con la llegada de la noche
Descansaran mis penas
En un profundo sueño
Desconectare mis sentidos
Olvidare lo que me rodea.

Y Mañana
Volveré a despertar
Abriré mis ojos
Y el mundo seguirá girando
El tiempo no se habrá congelado.

Algunas noticias serán repetidas
Otras sonaran más grises
Unas más amarillistas
Y tú seguirás estando igual
Al otro lado de la tierra .

Incomunicación



Yo ya no sé cómo hablar
No sé qué decir
O qué no decir
Para hacerme entender
Porque a la final 
No se me entiende
O se me entiende al revés
Que es igual a no entenderme
Y si hablo y no me entienden
Es como si no hable
Entonces mejor que no hable
Y que no los intente entender
Mejor que no gaste palabras
Que solo yo alcanzare entender.


Nota: Si Usted aún no entendió
         No se moleste
         Y escuche esta canción.

"...Cómo te lo digo, cómo hago pa´que suene justo lo que sale de mi corazón, sin contradecirlo, sin magnificarlo, sin contaminarlo, con mi terco empeño de decir mejor..." 
José Alejandro Delgado . Cantautor Venezolano.





miércoles, 23 de mayo de 2012

Ana



“Para alguien tan especial, que sea capaz de apreciar y valorar la historia que puede encerrar un lugar, una Ciudad, que aunque perdida entre el progreso, ha logrado guardar en ella la Historia de un País y de conocidos personajes, pero especialmente guardar la historia de mi Madre, de mi Abuela, de mis Hermanos, de mis Amigos, la mía propia.

Soy aficionada a los cuentos infantiles, fue así como termine leyendo esta sencilla historia, sin saber que se desarrollaba en un lugar tan familiar para mí, lo que inevitablemente me introdujo en ella y me obligo a intentar identificar algo conocido o familiar, sensación que no me abandono durante toda la lectura.

Aquí quedo, 18 de Febrero de 2009, con la dedicatoria pendiente por completar.”




Así dicta la dedicatoria escrita en un pequeño libro, quedando intencionalmente un pequeño espacio en blanco, que esperaba entonces ser llenado algún día.

“Para alguien tan especial…”, alguien que no llego, que no existió. Existió, sí, pero en su espacio, en su vida y en la vida de quienes han estado con él; pero él no llego, no existió, porque todo aquello que Ana soñó, ocurrió solo en su mundo interior, habitado por singulares personajes unos, por hermosos seres otros.

Cuando Ana leyó aquel pequeño libro se perdió en sus líneas, y no podía menos que imaginar compartirlo con él.

La única certeza de Ana era que un día lo vería, que cuando estuviesen juntos bastaría con una dedicatoria para hacerle entender que se estaba entregando en pedacitos a él. Desde entonces Ana guardo pedazos de ella para él. Un acolchado atardecer naranja, una mariposa con alas de hada, una luna con aura, unos tenues rayos de sol colados por las hojas, el sonido del bosque, algo del roció nocturno del mar, algunas frases de una canción. Son muchos los pedazos de ella que Ana guardo para él.

Ya han transcurrido tres años desde el “Aquí quedo, 18 de Febrero de 2009…”, el pequeño espacio en blanco lo sigue estando. Ana observa la portada del libro, se ha topado con el mientras colocaba los libros en la biblioteca, no puede creer que se olvidara de el y de la tonta dedicatoria.

La tonta dedicatoria. A reojo Ana recuerda por qué la escribió, junta los dos ejemplares del libro, el de ella y el de él (se piensa más tonta aún), y les asigna un lugar en la biblioteca, pero sus manos no se resisten, sus dedos deslizados por el delgado lomo retiran nuevamente el libro de su lugar y sus ojos tristes leen lo que escribió. Era para él, pero él no llego.

“…con la dedicatoria pendiente por completar.” Después de ese punto, un espacio en blanco dejado de manera intencional. Ahora los dedos de Ana leen el espacio en blanco, lo acarician y lloran el vacio fabricado por su corazón.

Hay mil pedazos de Ana aún guardados para él, almacenados en sus ojos, en sus manos, en su voz, pedazos bien guardados, escondidos celosamente para él. Pero los años no se disfrazan, aunque ella así lo cree, el vacio no se cambia de ropa y los pedazos de ella se pierden en su colección de hojas secas y granos de café.

domingo, 20 de mayo de 2012

Escondida



Tú, aún sigues sin descubrir
Todo lo que he dejado escondido
Sobre el margen de tu vida
El silencio de mis sentimientos
Despertados al filo de tu voz
A la orilla de cada canción.


Yo, aún seguiré soñando
Con que uno de estos días
Colare tanto las palabras
Que terminare fabricando
Una llovizna de letras
Deslizadas sobre ti.

viernes, 27 de abril de 2012

Esto es...



Esto es,
¿silencio,
soledad,
insomnio
o poesía?


Esto es el desgaste,
de las horas
de la noche
de la almohada
de los sentimientos.


Esto es el sin sabor,
de despertar en la nada
de escuchar el silencio
de sentir el vacío
en los pliegues del sueño.


Esto es,
la ventana cerrada
cuando toco la puerta
el teléfono mudo
al gritar un murmuro.


Esto es el resumen,
del desabrido silencio
del impávido destierro
del afanoso desvelo
en un delirio poético.


jueves, 26 de abril de 2012

El silencio


Silencio pasmoso
Espanta mi sueño
Solo los grillos
Cantando a lo lejos
Me pregunto
A dónde se fueron
Los sonidos de la noche
El gato sobre el techo
Los ladridos de perros
La música del vecino
El ruido de los carros
La ráfaga de balas
La lluvia cayendo
Dónde están todos
A dónde se fueron
Los sonidos de la noche
Solo sus sobras siento
Un grillo al fondo
Algún gallo a lo lejos
El llamado de un niño
Y de nuevo el silencio
Ausentes sonidos
Taciturnos ecos vacios
Silenciosa dimensión
Un viaje enmudecido
Solo el silencio
Te hace sentir frío.

lunes, 16 de enero de 2012

Federico


Recuerdo bien aquella primera conversación, interrumpida solo por lo tarde de la noche, por el exceso de las horas, lo obligante del día siguiente, aquella exploración en palabras de nuestras vidas ajenas hasta ese momento.

Fue inquietante lo que paso después, y ya entonces debí darme cuenta de que algo no estaba bien. El hecho de que durante el día me vinieran a la mente fragmentos de nuestra conversación, no era normal. Eso ya me lo tenía que haber dicho, que esto no estaba bien. Preferí sosegar la inquietud con el trascurrir de nuestras conversaciones y con el falso convencimiento de que todo era normal.

Y en el avance de nuestras pláticas tú osabas a pensar que eras la inspiración de mis poemas y yo en mi vanidad llegue a creer que algo me decías en cada canción que querías que escuchara. Te toco padecer lo inclemente que puede ser mi sinceridad en algunos momentos, cuando sin titubeos te dije claramente que no eras tú en mis poemas, peor aún el hacerte saber que era alguien más quien me inspiraba.

Tardaste más que yo en darte cuenta de lo que pasaba, una especie de efecto retardado tal vez. Lo descubriste en tus vacaciones familiares, fue lo que pude concluir por lo que ocurrió luego. Entonces te diste cuenta que no era normal que al ver ese paisaje me recordaras, que pensaras en mi, en regalarme una foto de lo que veían tus ojos en ese momento.

Cuando me lo contaste, entendí que tampoco fue normal mi inquietud después de esa primera conversación, pero sobre todo comprendí que ya no se trataba solo de mí y que no era suficiente con mi falso convencimiento, esto realmente, verdaderamente no estaba bien.

Un momento de franqueza, de muchas palabras de un solo golpe y de muy pocas en algunos segundos.

Finalmente lograste dejar marcadas las letras en el papel, no con el color que de seguro habrías preferido. La inspiración es así, no escoge un sentimiento en particular para crear, convenientemente lo aprovecha, sin importar que termine escribiendo líneas agrias y amargas al paladar del dolor.

Entender algunas verdades significa adioses invisibles, pero permanentemente reales.