viernes, 15 de julio de 2011

Cubre mis ojos

“Pain and heaven
Pain and heaven.

Cover my eyes
The light falls on her face
Dangerous lines
Dangerous colours & shapes
Ferocious designs.”

Cover my eyes, Marillion.






Cubre mis ojos.

Tal vez así no escuche al enfermo quejarse
al niño llorar de hambre
y al anciano sollozar de miseria.

Cubre mis ojos.

Tal vez así deje de oler la fetidez del mundo
hundido en su podrida insensibilidad
y engordando su presumida pudrición.

Cubre mis ojos.

Tal vez así no sienta al sol atravesar los agujeros del cielo
ni a la tierra cuartearse en pedazos debajo de los pies
mientras los arboles van dejando de respirar.

Cubre mis ojos.

Tal vez así aprenda a caminar por la calle como un ciego
y a no ver a la madre que empuja la silla de ruedas
ni los carteles de desaparecidos en la pared.

Cubre mis ojos.

Tal vez así me olvide un día de ser un humano
y me sepulte en el Panteón de la Indiferencia
acompañado de las flores secas de la demencia.

Cubre mis ojos.

Tal vez así aprenda un día a no ver dentro de mí
a contener la lagrima antes de que llegue al parpado
y a coser mis los labios con la denigrante desidia.


Nota: Epígrafe tomado de la canción Cover my eyes de Marillion.

martes, 5 de julio de 2011

Arnoldo

Algunas veces me pregunto Arnoldo, cuánto espacio hay en mi cabeza como para que aún siga imaginando historias, claro también tendría que preguntarme de qué tamaño es tu paciencia como para seguir soportando mi incoherencia.

Aún recuerdo claramente el día que te conocí Arnoldo. Era temprano en la mañana, caminaba con prisa para llegar a tiempo a la Oficina. Las personas te observaban, mientras comentaban que se seguro te habías escapado de algún lugar, pero a mí no me importo. La que se armo ese día en la Oficina cuando no llegue a trabajar.

Como me cambiaste la vida Arnoldo con tu llegada. En casa ya nada fue igual, ni siquiera yo fui la misma después de aquel día. Cuantas peleas tuve con mi madre por tu causa, pero a mi nada me importo.

Llegaste a hacer de mi vida un revoltijo Arnoldo y mejor no hablemos de la habitación. Tus cosas regadas por todas partes, yo siempre recogiéndolas, no sé para qué, revisando que no quedara nada debajo de la cama, como si igual no iba a regresar todo al mismo lugar. Es como si te hubieses propuesto tener tu propio espacio dentro del mío.
Hay Arnoldo, no me gusta pensar en que un día te irás, pero sé que pasara. Un día no estarás para que me entretenga pasando mi mano sobre tu cabeza mientras leo o para que juegues a lamer mi pie mientras veo la tv. Entonces ya no subirás más a mi cama mientras duermo, ni te incrustaras en mis costillas una vez más.

No me gusta pensar en cosas tristes Arnoldo, mejor pensemos en los nombres de tus cachorros porque ya están por llegar.

Natalia



Siente la superficie desconchada mientras pasa su mano sobre la baranda del vigésimo piso. La pasea de un extremo a otro sin detenerse, suavemente la desliza en su trayecto. Cierra los ojos y puede sentir las manos de su madre sujetando sus cabellos, mientras desliza el cepillo sobre ellos, separándolos proporcionalmente para iniciar su trenzado.


Se sujeta a la baranda, mientras juega a pasar su pie por el enrejado y cierra los ojos. Escucha el ruido de una rama en sus manos, al correrla sobre el enrejado del Colegio a la hora del recreo.

Abre los brazos aún en frente de la baranda con los ojos cerrados y siente el viento pasar entre ellos, mientras corre con su primo Juan por el patio de la abuela jugando a ser un avión.


Se sujeta fuertemente a la baranda, haciendo oposición al viento, su fuerza le hace creer que puede volar y cierra los ojos. Siente la resistencia del viento al ir ascendiendo en la montaña. Mira a lo lejos las hojas de las plantas degradas por el sol en sus orillas. El viento no puede evitar que sus pies pisen la cima y que sus ojos miren una vez más la Ciudad.


Ha comenzado a llover y la briza arrastra el rocío hasta su rostro. Cierra los ojos y ve a su madre llorar, mientras su padre, con los brazos apoyados en la mesa, sujeta su cabeza pareciendo no aceptar el tardío diagnostico de su enfermedad mental.


Sube los pies en la base de la reja, mientras se sujeta a la baranda e inclina su cuerpo mirando al suelo. Cierra los ojos y escucha los gritos esquizofrénicos del viento encerrados en su cabeza. La fuerza del suelo llama su cuerpo al vacio, mientras los fantasmas de su esquizofrenia bailan sobre su espalda.


Suelta sus manos de la baranda y deja girar su cuerpo por el viento, mientras danza con él un ballet clásico en el centro del pasillo del vigésimo piso.

Fotografía: Gabriel Davalos.

Quiero enamorarme de ti

Quiero enamorarme de tu ceño fruncido
cuando intentas entender lo que lees
sería la excusa perfecta
para desbaratar con mi dedo índice
la piel plegada entre tus cejas.

Quiero enamorarme
de que deformes la pasta dental al apretarla
sería la excusa perfecta
para entretenerme en las mañanas
jugando a emparejarla .

Quiero enamorarme de ti sentado una tarde
mientras miras un partido de beisbol
sería la excusa perfecta
para perderme entre tus notas
sin que me arranques con picardía las hojas.

Quiero enamorarme
de que te sientes a tomar café
sin haberte peinado aún en la mañana
sería la excusa perfecta
para que mis manos jugaran con tu cabello.

Quiero enamorarme de ti
cuando llegas cansado a casa
sería la excusa perfecta
para que buscaras mi regazo
y recostaras tu cabeza el.

Quiero enamorarme de ti
de tus ojos, de tu boca, de tus cosas
cuando un día aparezcas en mi vida
sería la excusa perfecta
para dejar a un lado tanta soledad.