Creo que nunca llegamos a tener muy claro el tema de
tu nombre. Petra Romelia, o había también algún Florencia por allí. Te das
cuenta, nunca quedo muy claro el asunto.
Peor la tuvieron los vecinos e incluso algunos de tus
amigos. Seguramente muchos te conocían de toda la vida y no llegaron a saber
cómo te llamabas.
Sra. Nana, entonces me sonaba tan normal, si hoy lo
escuchara me causaría gracia. Aún puedo recordar a algún muchacho del barrio
conversando contigo en el patio, diciéndote Sra. Nana. Cómo se puede llamar a
alguien por su sobrenombre y anteponerle un Señora. No cabe duda que el respeto
mismo obligaba a hacerlo e imponía también pasar por alto el hecho de no saber
tu nombre.
A la final resulto más desconocida aún la razón de tu sobrenombre. Creo que nos era
tan natural que te llamaran Sra. Nana, que nunca nos dio curiosidad saber el
por qué o desde cuando te nombraban de esa manera. Solo hasta ahora que escribo estas líneas me
lo he preguntado y he remitido la interrogante a mi Padre, quien no sé si
sorprendido o puesto al descubierto, me devolvió otra pregunta,-Por qué
preguntas eso ahora, después de tantos años. Luego en una conversación confesábamos
ignorar los motivos y aceptar lo evidente, que niñera nunca fuiste, así que de
por allí no venía lo de Sra. Nana.
No se trata de ningún misterio o de algún secreto muy
bien guardado, la verdad creo que para nosotros no represento mayor importancia
el saberlo. Lo importante es que eras tú. Nuestra Nana. La Sra. Nana.
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